Hace calor.
Mi mamá está
impaciente.
En cualquier
momento nos pasan a buscar y ella está terminando de acomodar las pocas
pertenencias que tenemos al lado de la puerta.
Yo mientras tanto cuido de mi hermanita, para que
no se vaya a la calle, y aparte de que no se vaya ahogar por la persistente tos
que desde hace unos días la tiene a mal traer.
Por fin a
media tarde llega la camioneta y mi mamá se apura a cargar las cosas.
En esa época
estábamos viviendo sobre la calle Canadá
en el barrio Quintú Panal, en lo que hoy vendría a ser entre las calles
Belgrano y Buenos Aires (En esa época la Buenos Aires se llamaba Padre Nazario)
El que nos
pasa a buscar es un turco de apellido Silfeni, dueño de un campo cerca de
Aguada Guzmán, allá por la línea sur rionegrina.
Aguada Guzmán
actualmente sigue siendo un pequeño caserío a unos 40 ó 50 kms de Cerro
Policía, después de pasar El Maruchito.
El Pancho
estaba allá desde unos cuanto días, por que el turco lo contrató para que se
haga cargo de su campo, en un lugar que se llama El Algarrobo.
Así que
después de vivir un poco tiempo en Roca ha llegado el momento de volver a
partir.
La camioneta
toma un camino de tierra por entre medio de las chacras y encara hacia la balsa
que está en lo que se llama Paso Córdoba en el Río Negro.
El actual
puente que cruza el río recién se inauguraría en 1970.
El turco antes
de pasar el río para en un almacén y compra un paquete de galletitas Criollitas,
así que si tengo suerte seguramente me va a convidar alguna.
La camioneta
va bastante cargada, por que el turco lleva otras cosas para el campo.
Adentro de
la cabina vamos cuatro, el turco, mi mamá, Marita y yo.
Viajar
hacia esos lugares actualmente sigue siendo por momentos una odisea por lo malos que son
los caminos de tierra, así que imagínense lo que era en aquellos tiempos.
Yo de todas
maneras estaba “chocho”, por que creo que era la primera vez que viajaba en un vehículo.
Antes había
viajado alguna vez en tren, otras en unos colectivos viejísimo, que no solo
eran lentos e incómodos, si no que siempre iban recontra llenos, por lo que
casi siempre viajaba parado.
Y la vez que
viajamos en algún camión, fue en la caja entre medio de un montón de mercadería
o entre los fardos de lana, así que para mi este viaje era como tocar el cielo
con las manos.
Creo que
todo el viaje fui mirando al turco como manejaba y ponía los cambios.
Ya era de
noche cuando llegamos a Cerro Policía.
El turco
encaró directamente así una de las pocas construcciones que había de material,
ya que casi todas las otras casas que se encuentran desperdigadas por los
faldeos de la barda eran de adobe
Ese lugar al
que llegamos era la salita de primeros auxilios, y allí vivía un matrimonio que
eran los encargados.
Esa noche comimos
y nos quedamos a dormir en ese lugar.
Todavía
estaba oscuro cuando sentí unos ruidos y unos quejidos.
Medio entre
dormido vi unas personas que caminaban nerviosos por las pequeña casa.
Vi que a mi
mamá la llevaban hacia otra parte de la casa, mientras me recomendaban que
cuidara a mi hermanita, la que había tosido casi toda la noche.
Yo no sabía
muy bien que era lo estaba pasando, pero ya no me pude dormir más y solo
atinaba a abrazar a Marita y a ponerla boca abajo cuando empezaba a toser
mucho.
Después de
un rato escuché unos llantos.
No se bien
cuanto tiempo paso, hasta que me llevaron hasta donde estaba mi mamá.
Estaba
acostada y a su lado tenía un pequeño bulto envuelto entre unas sábanas.
Era un 3 de
diciembre por la madrugada y había nacido mi hermano.
Esa mañana
nos separamos de mi mamá y mi hermanito recién nacido, porque ellos se tenían que
quedar unos días en la sala de primeros auxilios.
El turco
siguió viaje hacia su campo y nos llevó con el.
Pero no nos
llevó donde estaba el Pancho, si no que nos dejó a mitad de camino en un lugar
que se llamaba “El Repunte”, pero eso ya es otra historia.
Lo que hoy quería recordar era el nacimiento
de mi hermano, “el negro”Héctor Adrián Ruiz, para más datos el papá de Adriancito y de Malena
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