miércoles, 28 de octubre de 2009

VIAJE A PERU ( Carlos Ruiz )



Salgo a caminar
Por la cintura cósmica del sur
Piso en la legión
Más vegetal del viento y de la luz
Siento al caminar
Toda la piel de América en mi piel
Y ante mi sangre un río que libere mi voz su caudal
Sol de alto Perú
Rostro Bolivia, estaño y soledad
Un verde Brasil, besa mi Chile cobre y mineral
Subo desde el sur hacia la extraña América y total
Una raíz y un grito destinado a crecer y a estallar


• (César Isella y Armando Tejada Gómez )



Día 1

Jueves 9 de Julio de 2009

Llegó el día, nos vamos a Perú.
Desde General Roca, en el Alto Valle de Río Negro, intentaremos llegar a Cusco en el centro de Perú.
Unos minutos antes de las siete de la mañana sacamos el auto del garaje.
Cargamos el último bolso y antes de ponernos en marcha le saco una foto al tablero, que indica las 6,56 de la mañana y el cuenta kilómetros marca 24753 Km.
Ya veremos cuanto marca al volver.
Un beso a los hijos y a la ruta.
Este es un viaje diferente a cualquier otro que hubiéramos llegado a realizar, por el lugar al que vamos y por las distancias (tenemos casi 4500 Km. hasta Cusco)
Tomamos la ruta que 22 rumbo a Cipolletti, y de ahí tomamos la 151 a Catriel.
En dos días queremos estar en Jujuy.
Como no conocíamos para ese lado, sacamos los datos por donde viajar en RUTA 0 (la ventaja de Internet)
El primer día planeamos llegar hasta Dean Funes en el norte de la provincia de Córdoba (Ruta 0 nos dice que queda a unos 1300 Km. desde Roca)
Es temprano y es feriado así que no hay mucho transito por lo que vamos rápido y al medio día estamos en San Luis.
Hasta acá no hay mayores cosas que comentar, buena ruta, buena música y mucho mate amargo.
En San Luis comenzamos a transitar por una autopista que ya quisiéramos tener en el alto valle (parece que acá no roban tanto y hacen algunas obras)
Antes de llegar a Merlo, un tremendo pajarraco decide suicidarse y se nos revienta contra el parabrisas, resultado: escobilla rota, un montón de plumas y parabrisas lleno de sangre.
Después de lavar el parabrisas (era grandote el pajarraco y literalmente se reventó) comenzamos a transitar por la provincia de Córdoba, pasamos por Mina Clavero, Villa Las Rosas y otros pueblitos de los que no me acuerdo el nombre, todos en al zona conocida como tras la sierra.
Un lugar para tener muy en cuenta para unas lindas y tranquilas vacaciones.
Cuando llegamos a Cruz del Eje, ya está oscuro, pero como no es muy tarde decidimos hacer los 90 km que nos faltan para llegar a Dean Funes y de esa manera cumplir con nuestro diagrama.
Nos debimos quedar en Cruz del Eje, la ruta es malísima y como esta sin marcar, de noche, si no la conocen es poco aconsejable.
Por suerte a las 9 estamos en Dean Funes, un pueblo pequeño, pero lindo, conseguimos hotel, cenamos y a la camita.
El primer día hicimos un promedio de 100 Km. por hora. Por más que andes a más de 140, cuando paras un rato en una estación de servicio o pasas por una ciudad, el promedio se te viene abajo.



Día 2
Viernes 10 de Julio

Otra vez a las 7 estamos en la ruta.
Salimos de la provincia de Córdoba, pasamos por un pedacito de Catamarca, otro pedacito de Santiago del Estero, y seguimos rumbo a Tucumán.
Lindo paisaje, con los interminables cañaverales de azúcar y las sierras a lo lejos.
Verde y mas verde, y una ruta por momentos muy buena y en otros no tanto.
Antes del medio día entramos a San Miguel de Tucumán, parada cortita para comprar la escobilla rota por el pajarraco suicida y seguimos viaje a Jujuy, previo paso por la provincia de Salta.
A media tarde llegamos a San Salvador de Jujuy pero no entramos.
La autopista de circunvalación nos deposita rápidamente fuera de la ciudad y mas rápidamente todavía llegamos a Purmamarca en plena quebrada de Humahuaca.
Purmarca es como en las postales y fotos que hemos visto en tantos libros en la escuela: chiquito, pintoresco y con los coyas alrededor de la plaza vendiendo artesanías de todo tipo.
Compramos algunas cosas y sacamos algunas fotos,
De fondo se ve el cerro de los siete colores. Después de una hora y media seguimos viaje.
Queremos llegar a Susques que está a 150 Km. y es el último pueblito antes de llegar a la frontera con Chile.
Apenas hacemos unos kilómetros de Purmamarca, cuando nos encontramos con la primer gran subida: la cuesta de Lipán, que nos va a llevar arriba de los 4100 metros, para luego bajar hasta los 3600 en que se encuentra Susques.
Curvas, mas curvas, subidas y mas subidas. Parece que no vamos a terminar nunca de doblar y subir; pero cuando ya comenzaba a caer la tarde llegamos a un terreno plano que nos permite apretar la patita y recuperar tiempo.
El paisaje de la puna es hermoso, desierto, cerros y mas cerros y las inmensas salinas, una chica primero y una inmensa después.
El sol se comienza a ocultar hacia el oeste sobre unas montañas inmensas que parecen inalcanzables.
El contraste de las salinas con el cielo rojizo por el sol ocultándose detrás de las montañas es sencillamente maravilloso.
Y nosotros en esa inmensa soledad en la que no se ve ni se siente nada de nada.
Solo el ruido del motor del Fiesta y la voz de Ray Charles a full acompañándonos desde el CD. Inolvidable, seguramente será una imagen que recordaremos por siempre.
Ya es de noche cuando divisamos las luces de Susques perdidas en la soledad de la puna.
Susques es chiquito, con la mayoría de las casitas bajas y de barro y con calles de tierra y mal iluminadas.
Sobre el final de una calle vemos un pequeño cartel que dice hotel y restaurante; estamos cansados y decidimos no buscar más.
Al bajar del auto sentimos el primer impacto: un viento frío que nos hace tiritar y al caminar unos metros los primeros síntomas de la altura.
Estamos a 3600 metros y la temperatura a esta hora ya es bajo cero y la sensación térmica aun más por el viento. (Hace un par de horas estábamos en Purmamarca solo con una remera)
Conseguimos una habitación con baño privado y televisión por cable, lo cual nos resulta de lo mas extraño por que parece que estuviéramos en el fin del mundo.
Ah, también hay señal para el celular, así que podemos hablar con nuestros hijos.
Nos traen un te coca a la habitación para intentar de paliar un poco el mal de la altura.
Cenamos en el mismo hotel, nos tomamos otro te de coca y nos vamos a dormir.
O lo intentamos, por que de todo el viaje fue la peor de todas las noches.
Al que nunca sufrió el mal de altura, es medio difícil de explicárselo: por más que abras la boca, el aire no te llega a los pulmones (parecíamos pescado afuera del agua, meta boquear)
En definitiva, nos despertábamos a cada rato.
A Graciela le dolía la cabeza y yo tenía una sensación de descompostura de estomago que no se me fue en toda la noche.



Día 3

Sábado 11 de Julio


Geográficamente toda la zona conocida en Chile como Norte Grande está constituida por el Desierto de Atacama, el más árido del mundo. Los territorios de Tarapacá y Antofagasta fueron obtenidos por Chile tras la Guerra del Pacífico (1879-1884).

El 10 de diciembre de 1907 una huelga general se desató en la salitrera San Lorenzo y el paro amplió a la de Alto San Antonio, iniciándose la Huelga de los 18 peniques. Este nombre se debe a que los jornaleros pedían el pago de salarios a este tipo de cambio. La numerosa columna de huelguistas de Alto San Antonio llegó al puerto de Iquique, sede del gobierno regional, portando banderas de Chile, Perú, Bolivia y Argentina, alojándose en el hipódromo del puerto.4 A este movimiento se sumaron otras oficinas salitreras, entrando en huelga también casi todo el comercio e industria del norte del país.

Allí se produjo lo que se conoció como Matanza de la Escuela Santa María de Iquique, cometida el 21 de diciembre de 1907 en la que según cálculos extra oficiales fueron asesinadas mas de 2200 personas entre, obreros, mujeres, niños y ancianos (Los Quilapayun describieron muy bien estos acontecimientos en su ya famosa Cantata a Santa María de Iquique)

Logramos sobrevivir, ya es de día.
Una mala: no hay agua caliente y no nos podemos bañar (maldita costumbre la mía de bañarme siempre a la mañana, anoche había agua caliente)
Té de Coca y a cargar los bolsos en el auto.
Está saliendo el sol, pero todavía la temperatura es bajísima: nos dicen que hicieron más de 10 grados bajo cero.
Saliendo de Susques hay dos o tres hoteles que se ven muy lindos. Tendríamos que haber buscado un poco más anoche.
Paramos en uno de ellos que tiene lo que creíamos que era el último surtidor antes de pasar a Chile, llenamos el tanque y comenzamos a subir rumbo a Jama.
De Susques a Jama hay unos 150 kms, de una ruta que esta impecable y con un paisaje tan hermoso como el que vimos ayer.
Por el camino nos encontramos con varias vicuñas pastando mansamente cerca de la ruta.
A pesar de que Jama esta a 4200 metros sobre el nivel del mar, no pareciera que subimos tanto, por que las pendientes son suaves y largas.
Una recomendación: si alguna vez andan por Jujuy no dejen de hacer esta ruta: el paisaje a pesar de ser semi árido es realmente hermoso.
A media mañana llegamos a Jama, que es un caserío chiquito pero muy pintoresco.
Allí encontramos lo que sería la última estación de servicios como las que estamos acostumbrados a ver en las rutas argentinas.
Las de Chile y Perú no se pueden comparar con las de acá.
Es una YPF perteneciente al ACA, que también tiene una hostería: si lo hubiéramos sabido anoche habríamos viajado un par de horas mas y nos quedábamos a dormir en ese lugar.
Los trámites en la aduana son bastante rápidos.
Como en todo lugar que hay milicos, acá encontrás de todo: los que apenas te saludan y que cuando te llenan los papeles parece que te estuvieran haciendo un favor y los otros que son tan amables que hasta te regalan una bolsita con hojas de coca para paliar el mal de la altura.
Nos dicen que en ese lugar anoche hicieron 20 grados bajo cero, pero a esta hora hay un sol hermoso y la temperatura es bastante agradable.
La aduana argentina está casi pegada a la frontera, así que en unos minutos ya estamos en territorio chileno.
El camino es sinuoso pero sin grandes subidas al principio.
Desde acá hasta la aduana chilena que está en San Pedro de Atacama hay unos 160 kms. y a mitad de camino comenzamos a subir nuevamente.
En la aduana nos dijeron que subimos hasta los 5500 metros, pero no nos pareció tanto.
Cuando comenzamos a bajar nos encontramos con una rareza: la bajada es casi toda una recta de muchísimos kilómetros como si fuera un gran tobogán, casi sin ninguna curva y tengan en cuenta que tenemos que bajar hasta los 2400 metros donde esta la aduana chilena.
Cada pocos kilómetros hay unos desvíos hechos al costado de la ruta con bancos de arena para frenar a los vehículos que pudieran tener algún problema.
San Pedro de Atacama me desilusionó totalmente: debe ser el pueblo más feo que vi en mi vida. Es chiquito, bajito, desordenado, y por supuesto al estar en el desierto de Atacama, es bien árido.
Lo que si vimos es una cancha de fútbol de césped sintético que no pareciera pertenecer a ese lugar.
Hay algunos hoteles, por que entre otras cosas desde acá se hace una excursión al norte del desierto donde hay unos géiseres que dicen que al salir el sol son un espectáculo impresionante.
Los de la aduana chilena, como los argentinos, los hay simpáticos y de los otros (más de los otros)
Y aunque ustedes no lo crean salir de ese pueblito y encontrar la ruta es más difícil que salir de una gran ciudad, como para ir acostumbrándonos a lo que serían luego las rutas en Perú.
Desde acá y por los próximos ochocientos kilómetros (si leyeron bien: 800 kms.) mas o menos lo único que veremos es el desierto de Atacama que llega hasta el sur del Perú.
Y cuando digo desierto, es desierto, no se ve una miserable plantita, ni un yuyito ni de casualidad.
En la parte Chilena es mas entre pedregoso y arena y en la parte peruana es más arenoso.
A cien kilómetros esta Calama, una ciudad no muy grande, pero con bastante movimiento, por que a doce kilómetros de ahí están la mimas de cobre a cielo abierto mas grandes del mundo: Chuquicamata.
Entramos a Calama a comprar un poco de fiambre, y combustible cargamos en la entrada de Chuquicamata.
Es intenso el movimiento de colectivos llevando personal a las minas de cobre.
Hacemos unos 100 kilómetros más hacia el oeste como yendo hacia el pacifico hasta encontrarnos con la ruta Nº 5 que nos va a llevar hacia el norte, al límite con Perú.
La ruta es mas o menos buena, solo en algunas partes esta medio poceada.
Como casi no hay transito (cada tanto cruzamos algunos camiones y muy pocos autos) aprovechamos para pisar el acelerador, esperando no cruzar ningún carabinero, por que acá no te dejan andar a mas de 100 Km. (Si a Gracielita la agarran los chilenos le sacan el carnet)
La ruta en este sector es casi sin desniveles. Pasamos cerca de Iquique pero no entramos (nos tendríamos que haber desviado 40 Km. hacia el mar) y seguimos viaje rumbo a Arica.
Cuando comienza a anochecer nos encontramos con un camino de cornisa que tiene varios kilómetros y que bordea un gran cañadón del que no se el fondo por que está cubierto por la niebla, y como estamos cerca de Arica el transito comienza a ser mas intenso, lo que hace que tengamos que andar mas despacio.
Cerca de las 9 de la noche llegamos a la ciudad de Arica.
Nuestra primera impresión es buena, es una ciudad grande, muy bien iluminada y con amplias avenidas.
Es sábado a la noche y hay mucho movimiento.
Conseguimos un hotel muy bonito que incluso tiene restaurante, así que después de bañarnos vamos a comer ahí mismo.
Lo único que para hablar por teléfono con los chicos tenemos salir a buscar una cabina telefónica a unas cuadras del hotel.
El restaurante del hotel estaba lleno, y después de la cena cantaba un petisito que tenia bastante linda voz.
Incluso se armó bailongo, y después de una cervecita también bailamos un poco.
Se terminó el tercer día del viaje y nos fuimos a dormir.
Pero esa noche habría otra sorpresa, aunque nosotros ni nos enteramos (sería por que estábamos cansados ó por la cerveza).


Día 4

Domingo 12 de Julio


Hoy vamos a entrar a Perú.
Nos levantamos temprano, bien descansados, nada nos perturbó durante la noche.
Pero algo lo debería haber hecho: anoche hubo un temblor de tierra después de la 1 de la mañana, y NOSOTROS NI NOS ENTERAMOS.
Cuando fuimos a desayunar era el comentario general: hubo un temblor, la gente del hotel salio al patio, temblaron las paredes, se movieron las luces y dicen que se sentía un ruido como de un trueno.
Que lo parió, ó estábamos muy cansados, o empedo, o tenemos la conciencia muy tranquila y dormimos como unos angelitos ó bien somos unos reverendos hijos de puta que no se conmueven ni cuando el mundo se viene abajo.
Lástima, hubiera sido una linda experiencia.
A las 8 salimos del hotel y nos dirigimos a la frontera, por una ruta de circunvalación que deja la ciudad a la izquierda. A lo lejos se divisa el Pacifico.
La ruta es buena y la distancia a la aduana no es mucha, unos 10 ó 15 kilómetros.
Llegamos a la aduana y la primer sorpresa: hay que conseguir un formulario para pasar el vehiculo que se llama algo así como relación de pasajero.
Pedí que me vendan uno, y ellos no lo tienen, hay que conseguirlo en Arica o bien comprárselo a los taxistas o colectiveros que vienen hasta la aduana (nunca ví nada mas ridículo).
Después de consultar a varios conseguí un par a un taxista que me los vendió en un par de dólares.
Pasando la aduana chilena a escasos metros está la aduana peruana.
Allí hicimos todo los trámites de rigor y cuando creíamos que ya podíamos entrar, otra sorpresa: si con el auto íbamos a ir mas allá de Tacna (es la primera ciudad después de la frontera) teníamos que hacer otro trámite más.
Encima el milico que nos hizo los papeles, era viejo, estaba medio enfermo y lo habían sacado de las rutas para hacer papeles que era lo que menos le agradaba, y encima de manejar computadoras sabía menos que mi vieja.
En conclusión: un trámite que se hace en diez minutos, nos llevó más de una hora.
Junto con nosotros estaban unos brasileños que andaban en moto y tenían que hacer el mismo trámite, así que nos dedicamos a conversar un rato para pasar el tiempo.
Eran macanudos los brasileros (por ahí leí que ese es el término correcto y no brasileños), así que hablamos de todo, entre otras cosas me contaron que uno de ellos quería salir en bolas del hotel esa noche por el susto del temblor (del que nosotros ni nos enteramos)
Bueno, por fin pudimos entrar a Perú, donde de entrada no cambia mucho el paisaje, por que seguimos dentro del desierto de Atacama.
A unos 20 kilómetros de la frontera esta la ciudad de Tacna (¿alguien se acuerda de esa obra de teatro que se llama la Señorita de Tacna? que es de Mario Vargas Llosa)
La entrada a la ciudad se hace por una amplia avenida con un boulevard al medio adornado con grandes palmeras.
Es domingo, pero hay bastante movimiento.
Entrando a la ciudad vemos un cartel que nos dice: MOQUEGUA, y una flecha que indica que hay que seguir derecho.
Nosotros tenemos que ir hasta Moquegua para luego desviarnos hacia Arequipa (en el centro de Perú) o hacia Puno a orillas del lago Titicaca, como escala previa a Cusco.
Al ver ese cartel seguimos por esa avenida lentamente disfrutando el paisaje.
Al salir de la ciudad la avenida se convierte en una hermosa ruta asfaltada que comienza a subir hacia los cerros que se encuentran a la derecha de la ciudad.
Atención con esto: después de ese primer cartel que vimos no encontramos ningún otro que señalara un lugar distinto al primero, por lo tanto creímos que no hacia falta preguntar nada por que estábamos en la dirección correcta.
Error, si en algún momento andan por Perú tengan en cuenta lo siguiente: las rutas en general son buenas, tienen muy buena señalización horizontal, pero carecen casi por completo de cartelería que te indiquen hacia donde van las rutas, y si los hay son para indicar el pueblito mas cercano (ese que casi nunca figura en el mapa) por lo tanto aunque esa ruta vaya a Lima, nunca lo vas a saber a no ser que preguntes.
Otra cosa es que nunca dicen cuanto kilómetros hay de distancia entre las ciudades y si le preguntas a alguien siempre te responden por las horas que tardarías en hacer esa distancia (tampoco nunca te aclaran viajando en que toman esa referencia), pero siempre te van a decir que estás a tantas horas de tal lugar.
Volviendo a lo anterior, tomamos esa hermosa ruta y el Fiesta comenzó a subir hacia la alta montaña, hasta que después de haber hecho unos veinte kilómetros repentinamente se terminó el asfalto y nos encontramos con un camino pedregoso y angosto y con unas subidas como para hacer en una 4 x4.
Pensando que estaban arreglando la ruta hicimos un par de kilómetros mas, pero como vimos que cada vez se ponía peor decidimos volver (en ese trayecto no encontramos a nadie para preguntarle)
Cuando bajamos y ya cerca de Tacna encontramos un taxista que nos dijo que esa ruta salía hacia Bolivia.
Aprovechamos que volvimos y visitamos un museo de petroglíficos que había al costado del camino.
Al volver a Tacna comprobamos que no había ningún cartel que indicara algo contrario a lo que habíamos visto.
Encontrar la salida de Tacna hacia Moquegua, Arequipa y Cusco no fue nada fácil, pero después de preguntarle a dos ó tres la encontramos.
Y por supuesto cuando encontramos la salida, les puedo asegurar que no encontramos ningún cartel que nos dijera hacia donde íbamos.
Como se nos había echo muy tarde, decidimos que cuando llegáramos a Moquegua, seguiríamos rumbo a Arequipa y que por Puno pasaríamos a la vuelta.
Una cosa que nos llamó la atención es que había varios peajes, pero los que íbamos hacia el norte no teníamos que pagar, y que solo lo hacían los que estaban volviendo hacia el sur.
A partir de Tacna el camino comienza a subir y después de unos cien kilómetros ya comienza a cambiar el paisaje y comienza a ser más verde, pero sin tener arboledas, y con una hierba muy similar al coirón como el que existe en la Patagonia.
Poco a poco comenzamos a encontrar pequeños caseríos y cerca de ellos a los coyas con sus pequeños rebaños de ovejas, llamas o alpacas.
Lo que notamos es que por lo general las cuidan el ganado son las mujeres, que andan con sus típicas ropas de colores, su sombrero, trenzas y el eterno atado echo con una manta multicolor cargando sobre la espalda.
Entre otras cosas llevan a ahí a los niños, a los cuales se los ve muy cómodos en ese lugar.
Si bien, no subimos mucho, continuamente avanzamos por un terreno sinuoso, como lo es en casi todo Perú.
Cuando comenzaba a oscurecer (acá en Perú es alrededor de las 18,30 hs.) divisamos la ciudad de Arequipa, enclavada entre medio algunos volcanes que se divisan a lo lejos.
Arequipa es una ciudad que esta a unos 2300 metros de altura y de mas o menos un millón de habitantes desparramada en las laderas de los cerros que la circundan.
Les juro que lo que me tocó ver en esta ciudad, fue algo que nunca he visto en otro lugar: los arequipeños (¿así se les llamará?) deben ser los que peor manejan en todo este bendito planeta.
Les aseguro que están verdaderamente locos, cruzan las esquinas a mil por hora y a puro bocinazo (si les sacan la bocina seguro terminan en el psiquiatra)
Los taxis son casi todos unos autos japoneses chiquititos, los Tico de Daewo, de los cuales hay como para hacer dulce.
Otro espectáculos son los colectivos: son chiquitos, como para 15 personas, y con una puerta al medio, donde va colgado un chabón que cuando llegan a una parada se baja y grita para adonde va y casi antes de que haya subido el último, el colectivito arranca de nuevo como a mil por hora, y por supuesto a los bocinazos.
Después de hacer unas cuadras, decidí que había que seguir la corriente, por que si no me pasaban por arriba, así que aceleré a fondo y a pura bocina encaré por una avenida rumbo al centro buscando un hotel.
Después de una vueltas encontramos u hotel donde tenían cochera.
Allí nos atendió un muchacho, Manuel Echeverría, que se porto maravillosamente; hasta nos prestó unos soles para ir en taxi hasta el centro y poder comer, por si no encontrábamos ninguna casa de cambio abierta.
El mismo nos llamo un taxi y le hizo un montón de recomendaciones al taxista sobre donde llevarnos, por que según nos dijo algunos taxistas son bastantes peligrosos y hay que tener cuidado.
Fuimos hasta la plaza principal, donde conseguimos una casa de cambio abierta a pesar de ser domingo a la noche.
Alrededor de la plaza hay unas construcciones hermosas de la época de la colonia, y esta llena de restaurantes por que hay bastante turismo extranjero.
En realidad en los restaurantes es muy difícil encontrar clientes que no sean turistas, por que los peruanos en general comen en los puestos que hay en las calles.
En todo momento se nos cruzaban las coyitas vestidas con sus ropas típicas, haciendo promoción para los restaurantes que rodean la plaza de armas.
Elegimos uno que tiene mesas en un balcón de un primer piso y que tiene una vista hermosa de la plaza.
La comida peruana en general es muy buena y variada.
Elegimos un plato que se llama picante de pollo, que por supuesto esta echo con trocitos de pollo, arroz, verduras salteadas y una salsa espectacular, que nos obligó a tomar bastante cerveza por que picada bastante.
Conversando con el mozo, le comentamos sobre el tránsito, y no dijo que eso no era nada, que en Lima es aún peor (menos mal que no vamos para allá).
El mozo también nos dio algunas recomendaciones con respecto a los taxis.
Después de comer caminamos un poco, sacamos algunas fotos y nos fuimos a descansar.
Así había terminado nuestro primer día en Perú.

Día 5

Lunes 13 de Julio


Cuando los españoles irrumpieron en América, estaba en su apogeo el imperio teocrático de los incas, que extendía su poder sobre lo que hoy llamamos Perú, Bolivia y Ecuador, abarcaba parte de Colombia y de Chile y llegaba hasta el norte argentino y la selva brasileña.

Siete de la mañana y estamos intentando salir de Arequipa, ciudad hermosa pero caótica, y por supuesto sin ningún cartel que te pudiera llegar a orientar por donde salir, hacia cualquier lugar.
Después de preguntar un par de veces, decidimos parar un taxista para que nos ayude a encontrar lo que ellos llaman ruta de evitamiento (lo que para nosotros sería una ruta de circunvalación).
Nos pide 8 soles para guiarnos hacia la ruta que nos llevará hacia Juliaca y posteriormente a Cusco (cada sol es el equivalente más ó menos a $ 1,30 de los nuestros), lo que no nos pareció muy caro teniendo en cuenta que el tramo a recorrer es bastante grande.
En unos veinte minutos el taxista nos deja en la ruta de salida, en un lugar que por estar bastante alto, nos permite apreciar la ciudad en casi toda su dimensión.
Antes de terminar de salir de Arequipa paramos en una estación de servicios a cargar combustible, que acá llaman GRIFO, y que por lo general solo cuentan con los surtidores de combustible y nada más.
En Perú a lo que nosotros llamamos nafta, le dicen gasolina y salvo en algunos contados lugares es de menor octanaje que el que se comercializa en Argentina, y la otra rareza es que el precio que figura en los carteles está puesto por GALONES (un galón equivale a casi 4 litros, para ser exactos a 3,88), y el precio por galón ronda los nueve soles, por lo cual el litro te termina saliendo mas ó menos unos tres pesos de los nuestros.
Una aclaración o curiosidad al respecto ¿vieron que la mayoría de los envases que nosotros decimos de un litro, en la etiqueta figura 970 ml?, buenos eso es por que es un cuarto de galón, y ya que estamos hablando de medidas si prestan atención en los frascos de mermelada el peso es de 454 gramos, esto es por que eso es una libra. (este pequeño espacio educativo es auspiciado por el libro gordo de petete)
Sigamos con el viaje: en el grifo un hombre gentilmente nos calienta un poco de agua para el mate, después de hacerle entender que no la hirviera.
Mientras esperábamos que nos calienten el agua, y como eran casi las ocho de la mañana, vimos pasar a los chicos rumbo a la escuela, y nos llamó la atención de que no usan guardapolvo como acá, sino que usan uniforme, y eso lo pudimos comprobar en los otros pueblos que pasamos, ya que vimos a muchos chicos caminado por la orilla de la ruta, yendo o viniendo de la escuela.
Bueno, ya estamos en la ruta rumbo a Juliaca, y a media tarde tenemos que estar en nuestro destino final, Cusco.
La ruta es muy linda y como todas las rutas de Perú esta muy bien señalizada en cuanto a curvas y desniveles, pero como ya dije anteriormente carecen por completo de carteles que indiquen destinos ó distancias.
La ruta a partir de ahora va estar siempre rondando sobre los 4000 metros sobre el nivel del mar, y con curvas y mas curvas, subidas y mas subidas, por que acá todo lo que sube baja, pero nuevamente vuelve a subir y por supuesto a bajar.
Los pequeños caseríos se suceden cada pocos kilómetros, siempre con los coyas y coyitas cuidando su rebaños de llamas y alpacas, y algunos que otros cuidando un par de vacas o pequeñas cantidades de ovejas.
Una curiosidad: de pronto encontramos al costado del camino un perro, solo como loco malo, y partir de ahí y cada pocos kilómetros comenzamos a encontrar otros perros que parecían mellizos del primero, siempre solos, echados al costado de la ruta y mirando el tránsito. ( ¿? ), por lo que pensamos que los dejan ahí cuidando que los animales no se acerquen a la ruta, aunque no siempre veíamos animales cerca.
Sobre el medio día llegamos a Juliaca.
Se acuerdan que les dije que San Pedro de Atacama es el pueblo mas feo que ví en mi vida?, bueno Juliaca debe ser la ciudad mas fea de Perú y sus alrededores.
Como en casi todo Perú, la ruta se mete en la ciudad, por lo que no hay manera de evitar el entrar en ellas.
Lo que era ruta de pronto de convierte en una avenida con un gran mercado persa a ambos costados.
Primero encontramos a los que venden todo tipo de frutas y verduras, muebles, ropas, etc, etc, a ambos lados de la calle, y luego la feria se convierte en un gigantesco auto parque, donde por cuadras y cuadras vehículos nuevos y usados son ofrecidos por los feriantes.
El tránsito es a paso de hombre, por el estrecho espacio que queda entre la multitud, por lo que vamos esquivando a los coyas que se cruzan caminado por todos lados, o a unas colorinches y pintorescas motos carrozadas que acá usan como taxi (tienen capacidad para dos pasajeros) ó bien a los que transportan pasajeros en una bicicleta con un carro en la parte delantera.
Así que a armarse de paciencia y a disfrutar del bolonqui.
Una vez más para poder salir hacia Cusco, las preguntas de rigor para encontrar la salida (¿por que no pondrán carteles?).
A la salida de Juliaca, nos paró un milico, se ve que más por curiosidad que por otra cosa, por que no tenía mucha idea de que papeles nos tenía que pedir.
En la frontera nos habían dado un papel donde estaban todos los datos del auto y que nos permitía circular por todo Perú, pero el no tenía ni idea.
Después de salir de Juliaca y a mitad de camino, nos encontramos con uno de los lugares mas altos que alcanzamos en el viaje: 5420 metros sobre el nivel del mar, según la indicación de un cartel, y debe ser así por que cerquita había una gran montaña nevada que parecía que la podías tocar con la mano.
En se lugar y en el medio de la nada, varios coyas tienen instalado unos puestos donde venden artesanías, mantas y otro montón de cosas típicas.
Estamos a mitad de camino y partir de acá vamos a comenzar a bajar hasta los 3600 metros para llegar a Cusco.
A media tarde entramos a un valle que es puro verdor, con muchas plantaciones en forma de terrazas sobre los cerros, y otras a orillas de un río no muy ancho pero si muy caudaloso.
Uno tras otro se suceden los pequeños poblados bordeando la ruta, por lo que a partir de acá el transito se hace más lento.
Es un lugar hermoso, con un encanto casi mágico.
Por varios kilómetros vamos cerca de las vías de un ferrocarril, y en determinado momento nos cruzamos con un tren que se ve que va lleno de turistas, por que los vemos filmando y sacando fotos por las ventanillas.
Unos que van parados en la parte de afuera del vagón de cola nos saludan al ver que les vamos sacando fotos.
Estamos cerca y el corazón se me acelera. Tengo un nudito en la garganta.
Como Graciela es la está manejando, me dedico a sacar fotos a diestra y siniestra.
De pronto y casi sin darnos cuenta, por que no hay ningún cartel que así lo indique, comenzamos a entrar a Cusco.
La ruta se convierte en una avenida con un boulevard al medio y un cartel nos dice que se llama avenida de la Cultura.
Estamos en el camino correcto, según el mapa que tenemos de Cusco.
Tenemos que ir por ella casi hasta el final, donde está el centro histórico y la plaza de armas, ya que a unas pocas cuadras está el hotel El Portal de Cusco, que es donde tenemos las reservas.
Las calles de Cusco no son muy anchas y el transito es intenso, pero ni por asomo es la locura de Arequipa, así que no es muy difícil encontrar el hotel.
El mayor problema puede ser el estacionamiento, pero después de dar un par de vueltas encontramos un lugar.
El hotel tiene un patio interior donde guardamos el auto, donde va a tener su merecido descanso, por que no lo volveremos a tocar hasta el día que emprendamos el regreso.
El hotel es hermoso, y la gente que nos atiende es muy amable.
Después de bajar el equipaje nos invitan al comedor donde nos dan un te de coca, que acá le dicen mate de coca.
Vamos a la habitación a darnos una ducha y cambiarnos. Apenas han pasado las cinco de la tarde.
Cuando me estaba bañando nos llaman de la recepción: en el lobby del hotel está esperándonos uno de los chicos de la agencia de turismo que contactamos desde Argentina por Internet, quienes nos reservaron el hotel y nos van a llevar hasta Machu Pichu.
Habíamos acordado que esa tarde estaríamos llegando a Cusco, por lo que nos viene a buscar para llevarnos hasta la agencia de turismo que esta a media cuadra de la plaza de armas, para coordinar nuestro viaje a Machu Pichu.
Vamos caminando, por que la agencia está a unas cuatro cinco cuadras, pero como las calles están en desnivel cuando nos toca subir nos agitamos como si hubiéramos corrido una maratón. Estamos a 3600 metros y se siente.
El centro de la ciudad esta inundada de turistas extranjeros, que hablan en montones de idiomas distintos.
La agencia queda a media cuadra de la plaza de armas, que esta rodeada de iglesias y conventos que fueron edificados sobre las ruinas de los palacios incas.
De solo pensar que en este lugar sucedieron algunos de los hechos mas relevantes de la historia de Sudamérica se me pone la piel de gallina (en esta misma plaza asesinaron a Atahualpa, entre otras cosas).
Coordinamos que el martes por la mañana tendremos libre para recorrer el centro de Cusco, y que después del medio día nos van a pasar a buscar por el hotel para hacer lo que ellos denominan el city tour, que es la visita a las ruinas incas que se encuentran cerca de la ciudad, y que el miércoles saldremos hacia Aguas Calientes, para desde allí hacer la visita a Machu Pichu.
Cuando salimos de la agencia aprovechamos a cambiar dinero en alguna de las numerosas casas de cambio que hay en el centro.
Cenamos y volvemos al hotel.


Día 6

Martes 14 de Julio


Antes de que Francisco Pizarro degollara al inca Atahualpa, le arrancó un rescate en «andas de oro y plata que pesaban más de veinte mil marcos de plata, fina, un millón y trescientos veintiséis mil escudos de oro finísimo ... ». Después se lanzó sobre el Cuzco. Sus soldados creían que estaban entrando en la Ciudad de los Césares, tan deslumbrante era la capital del imperio incaico, pero no demoraron en salir del estupor y se pusieron a saquear el Templo del Sol: «Forcejeando, luchando entre ellos, cada cual procurando llevarse del tesoro la parte del león, los soldados, con cota de malla, pisoteaban joyas e imágenes, golpeaban los utensilios de oro o les daban martillazos para reducirlos a un formato más fácil y manuable... Arrojaban al crisol, para convertir el metal en barras, todo el tesoro del templo: las placas que habían cubierto los muros, los asombrosos árboles forjados, pájaros y otros objetos del jardín» (Eduardo Galeano/ Las venas abiertas de America)


Por la mañana recorremos el centro de Cusco.
Estuvimos en un convento, en un museo y en la catedral central.
Lamentablemente de estos lugares no tenemos muchas fotos, por que en ninguno de esos lugares te permiten tomar fotografías.
Dicen que el flash de las cámaras dañan los óleos, así que nos quedamos con las ganas de fotografiar la inmensa cantidad de piezas y cuadros que existen en esos lugares.
En el convento entre otras cosas hay una pieza de oro puro y diamantes que pesa 22 kilos, y que los curas usan en las procesiones (está protegida por una campana de vidrio)
También hay una sala que se llama de la capitulación que entre otras cosas se usó en algún momento para la firma del documento final de la cumbre de las Américas hace unos pocos años atrás, y que esta llena de cuadros y unos sillones de esos que se ven solo en las películas.
En esta sala tampoco se pueden sacar fotos, pero nos cuenta el guía que si tenes una suficiente cantidad de euros, lo podes alquilar para hacer fiestas (poderoso caballero don dinero)
La catedral central esta dividida en varias naves, y lo importante para destacar, más allá del inmenso valor cultural, es la cantidad de oro que hay dentro de la misma.
Siento vergüenza ajena, de solo pensar la cantidad de gente que dejó su vida en infrahumanas condiciones laborales, para que los curitas adornen sus iglesias.
Una recomendación si en algún momento andan por estos lugares: adentro de todos estos sitios hay guías que se ofrecen por unos pocos soles a acompañarte a hacer las recorridas, no duden en tomarlos, por que si no hay un montón de cosas que ves, pero no sabes de que se trata ó de la importancia histórica de las mismas)
Por la tarde y después del almuerzo nos pasan a buscar por el hotel para visitar varias ruinas que se encuentran cerca de Cusco: Koricancha (Templo del Sol), Sacsayguaman, pukará pukará, y Tambomachay.
A la vuelta pasamos por una fábrica de joyas y de tejidos artesanales, donde nos enseñan como distinguir un tejido hecho con lana de alpaca, llama ó vicuña de la que están hechas con lana sintética y que a simple vista se ve igual.
La lana de estos animales es fría al tacto , como si la hubieran tenido dentro de una heladera, mientras que la sintética tiene la misma temperatura que cualquier otra prenda como las que usamos a diario.
Hoy anduvimos un montón así que cenamos temprano y nos vamos a dormir.
Mañana después del medio vamos a salir hacia Machu Pichu.

Día 7

Miércoles 15 de Julio


Por la mañana visitamos el museo del inca, donde entre otras cosas pudimos observar unas momias incas.
Sobre el medio día y después de almorzar nos acercamos hasta la agencia de turismo desde donde saldremos para Machu Pichu.
Para ir a Machu Pichu, hay varias alternativas, y nosotros elegimos una que se llama Machu Pichu by car, que nos va a permitir conocer un poco mas que los tours tradicionales, pero sin andar tantos días como en el que se hace caminando.
La agencia nos pone a nuestra disposición un guía que se llama José Luis para que nos acompañe durante todo el trayecto de ida y vuelta.
Un párrafo aparte para José Luis: se portó maravillosamente y la pasamos espectacularmente bien en su compañía.
De la agencia salimos en un remis hasta el lugar donde tenemos que tomar la combi que nos va a llevar hasta un pueblo llamado Santa María.
La combi es una Hyundai con capacidad para nueve personas y se trata de un servicio que realiza el viaje a diario hasta ese lugar llevando a pobladores locales, por lo que iremos en compañía de gente del lugar.
Junto a nosotros viaja un matrimonio, una señora y un muchacho joven que pertenecen a una iglesia evangélica que se ve que van a adoctrinar gente en los pueblos de la montaña, y otro muchacho joven que casi no le escuchamos la voz en todo el viaje.
Como la mayoría de la gente en Perú, son bastantes callados, pero muy educados y amables.
Como a las dos de la tarde salimos de Cusco y rápidamente la combi encara hacia las altas montañas mientras del equipo de audio sale una música andina espectacular. (Pensé en pedir el nombre del grupo para después comprar un CD en Cusco, pero con tantas cosas después se me pasó por alto)
Cuando salimos vemos a lo lejos unas montañas inmensas cubiertas de nubes y todo indica que nuestra ruta va en esa dirección.
La ruta es asfaltada y en muy buen estado.
Casi desde el principio comenzamos a subir y las curvas se suceden unas atrás de otra.
Después de un par de horas de subir, alcanzamos aquellas nubes que creíamos inalcanzables, y no solo eso, si no que después de andar unos kilómetros entre medio de ellas, las fuimos dejando abajo nuestro. Casi no se puede creer a las alturas que llegamos.
Por supuesto que todo lo que sube, también baja, así que a media tarde comenzamos el descenso, hacia un valle que se ve chiquito allá junto a un río.
Esta parte del viaje ya no fue muy ameno, por que la combi en la parte de atrás se mueve mucho por las curvas.
Cuando estamos casi abajo el chofer para un rato junto a un puesto de frutas y verduras que hay al costado de la ruta, así que aprovechamos para estirar un poco las piernas y a comprar unas mandarinas.
Una de las señoras que viaja con nosotros nos dice que comamos mandarinas que son buenas para las nauseas, producto de la movida de la combi y de la altura, y la verdad es que tiene razón.
Este lugar, como casi todo lo que tendremos hasta Machu Pichu, es selvático, con gran cantidad de plantas de café, bananas, mandarinas, paltas y un montón de otras frutas tropicales.
Lo que mas me llamó la atención fueron las hojas de la plantas de banana, son inmensas, como de la altura de la misma planta, ya que salen de bien de debajo de la misma.
Cuando reanudamos el viaje, después de unos pocos kilómetros se termina el asfalto y comenzamos a transitar por un camino pedregoso y bastante duro, pero el chofer no le perdona nada a la combi y la lleva por la piedra como si hiciera rally, y me extraña que pegándole como le pegaba no haya roto ninguna goma.
En esta parte ya estamos transitando por el valle que veíamos antes y cruzamos varios pueblitos, con mucha gente que camina por la ruta.
También cruzamos alguno de los contingentes que hacen el tramo en bicicleta de montaña.
Son varios que viajan acompañados por un guía, y atrás de ellos va una combi con bicicletas de repuestos.
Hay que ver la velocidad que alcanzan en alguna de las bajadas.
Ya es de noche cerrada cuando por fin llegamos a Santa María, que es donde nos deja la combi.
Acá nos están esperando otros guías de la misma empresa con un auto para llevarnos hasta un pueblito que se llama Santa Teresa.
El viaje a Santa Teresa sigue siendo por un camino de tierra, y nuevamente comenzamos a subir, subir y subir.
El viaje dura como una hora, y en el camino cruzamos a varios turistas caminando en la oscuridad y en misma dirección hacia la que vamos nosotros. En algunos casos son chicas solas las que van caminando, la verdad es que les admiro el coraje para andar solas entre esta montañas y de noche.
Santa Teresa es un pueblo chiquito con algunos hoteles y restaurantes, y cuyo mayor atractivo son las aguas termales, por lo que parte del turismo extranjero lo visita como un paso previo a ir hasta Mach Pichu.
El auto nos lleva directamente hasta el complejo donde están las aguas termales, donde nos vamos a dar un merecido baño después del viaje.
El lugar parece un paraíso.
Tienen unas piletas inmensas, como el tamaño de un estadio de fútbol, que están rodeadas de palmeras y caminitos empedrados.
Vamos a los vestuarios a cambiarnos (como sabíamos que veníamos a este lugar nos trajimos las mallas) y nos metemos en una de ella. El agua esta calentita y nos llega hasta a los hombros.
EL complejo está abierto las 24 horas, y a esta hora todavía hay algo de gente, pero como las piletas son tan grandes podemos nadar tranquilamente.
Nos quedamos un par de horas ahí ,hasta que las manos se nos comienzan a arrugar por estar tanto tiempo dentro del agua, y después volvemos al pueblo que está como a un kilómetro.
Antes de ir al lugar donde vamos a dormir pasamos a un restaurante, que es un salón grande todo de madera y con unas mesas larguísimas y con bancos también de madera recubiertos con cueros de llama.
En el lugar hay un grupo de siete ú ocho adolescentes, entre los que hay una chica, tomando cerveza. Son todos rubios y hablan en inglés.
En el menú hay carne de alpaca, por lo decidimos probarla junto con una ensalada de palta y arroz.
La carne de alpaca es seca (parecida a la carne de nalga de la vaca que no tiene nada de grasa) y un gusto medio dulzón. Si alguno probó alguna vez el guanaco la carne es medio parecida.
Como curiosidad no estuvo mal, pero no la volvería a comer, no por que tenga mal gusto, si no por que un churrasco de vaca es mucho más rico.
Después de cenar caminamos un par de cuadras hasta el Lodge donde vamos a dormir.
A todo esto es casi la media noche, y me acuerdo que hoy Estudiantes está jugando la final de la libertadores en Brasil. (¿Cómo habrán salido?)
Cerca de el Lodge está lleno de carpas, de los que están haciendo la travesía caminando, y enfrente un boliche bailable donde se ve que la joda esta rebuena (¿y si espero que la gordi se duerma y voy un ratito?)

Día 8

Jueves 16 de Julio


El lugar donde nos quedamos anoche, tiene unas pocas habitaciones rodeando un patio interior con algunas plantas de palta, unos limoneros, unas reposeras y unas mesitas, donde nos sirven el desayuno.
Alrededor del Lodge (así lo llaman, no se por que) hay numerosas plantas de palta, café , mandarinas, y un montón de frutas tropicales.
La mañana esta hermosa, con una temperatura muy agradable.
Con la luz del día podemos apreciar el paisaje y tener una idea mas acabada del pueblito, que como no podía ser de otra manera está rodeado de montañas cubiertas de verdor.
A media mañana y después de desayunar nos ponemos en marcha. Hoy tenemos que llegar hasta Aguas Calientes y haremos una parte caminando, otra en auto y el final del viaje va a ser en tren.
Con nuestras mochilitas al hombro y la agradable compañía de Luis, emprendemos la caminata.
Hacemos un par de cuadras y llegamos al borde de un cañadón, en el que allá abajo se ve un valle por donde caudaloso corre el río Vilcanota.
Bajamos por un sendero siempre rodeado de plantas de café y bananos y comenzamos a bordear el río hasta un puente colgante que lo atraviesa, que se mueve bastante bajo nuestros pasos (estamos tan gordos).
Después de caminar un rato, nos sentamos bajo unas plantas, al borde de una pequeña lagunita, para descansar y sobre todo protegernos del calor, que ha comenzado a subir.
Descansamos un poco y luego seguimos caminado hasta un lugar donde subimos a la ruta que une a Santa Teresa con Hidroeléctrica, allí nos quedamos sobre un puente hasta que pasa uno de los remis que une esos dos pueblos.
El viaje hasta hidroeléctrica en el remis no nos lleva más de media hora.
Hidroeléctrica es uno de los puntos finales del tren que va hasta Aguas Calientes, y solo cuenta con unas pocas casas, una escuela, dos ó tres lugares donde comer y un montón de puestos de ventas casi pegados a las vías, que como en todas las ferias de Perú podes conseguir casi de todo.
Es casi la una de la tarde y tenemos que esperar hasta las cuatro para que salga el tren.
Vamos a comer a un lugar compuesto de dos enramadas con grande mesas y bancos de madera, que está lleno de turistas de las más diversas razas y colores.
Como en todo los lugares en Perú la comida aunque se hace esperar es muy buena.
Muchos de los viajeros ,la mayoría de ellos en grupos no muy numerosos acompañados por un guía, después de comer emprenden el viaje caminado por las vías hasta Aguas Calientes, por que es el único camino por el que se puede llegar.
Cerca de las cuatro nos acercamos hasta el lugar desde donde sale el tren, donde se a comenzado a llenar de turistas y de los peruanos cargados de bolsas y las coyas con su eterno atado a las espaldas.
Nos mandan a los turistas en unos vagones y a los peruanos en otro.
En el tren nos encontramos con un grupo de argentinos, lo cual es una alegría por que hasta ahora solo escuchábamos palabras en quechua, en inglés ó en portugués, por que abundan los brasileños haciendo el recorrido.
Ahí nos enteramos que Estudiantes ganó la libertadores.
Las vías van constantemente por un estrecho lugar delimitado por las paredes de la montaña por un lado y por el río y la selva del otro, por lo que constantemente hace sonar la bocina para que se corran los que van caminando por las vías.
En una hora más o menos llegamos a Aguas Calientes.
La altura acá es menor que en Cusco, así que andamos lo mas bien y no necesitamos tomar el tecito de coca.
Aguas Calientes es un lugar de ensueño, casi mágico.
Esto parece babel por la cantidad idiomas que se escuchan.
La llegada del tren parece una imagen sacada de una película yanqui retratando algún pueblito sudamericano, con los lugareños cargados de bolsos, las mujeres tratando de venderte de todo al costado de las vías y los turistas con sus mochilas.
Aguas Calientes esta enclavado contra las paredes de la montaña que lo rodean totalmente y cuya única puerta de entrada son las vías.
Abundan los hoteles, confiterías, restaurantes y negocios de artesanías y joyas.
En el centro del pueblo hay una plaza en la que hay una estatua inmensa de Pachakutek, a quien los incas le deben la tremenda expansión que tuvo su imperio, antes de la llegada de los españoles.
Cuando llegamos hay un festival donde las coyas bailan con sus coloridas ropas típicas, para felicidad de los turistas que se cansan de sacar fotos.
Subimos por un par de cuadras por una pequeña calle hasta el hotel, nos bañamos y volvemos a la plaza a seguir disfrutando del espectáculo, donde se a renovado al grupo que desfila.
El ambiente es casi surrealista, un lugar donde toda la gente parece ser feliz, donde los que hemos llegado hasta acá, sin duda hemos dejado en otro lado todas nuestras penas y miserias.
Aprovechamos para hablar por teléfono con los chicos, pero como las cabinas estaban enfrente de la plaza, lo hacemos a los gritos por que casi no se escucha por la música de las comparsas que ahora están caminando alrededor de la estatua.
A eso de las ocho nos encontramos con nuestro guía y vamos a cenar.
En el restaurante, Luis nos presenta al guía que al otro día nos va a acompañar en nuestra visita a Machu Pichu, ya que allí tendremos lo que ellos llaman un guía cultural.
Para subir a Machu Pichu desde Aguas Calientes se puede hacer en una caminata de unas dos ó tres horas por los caminitos que usaban los incas y que como continuamente van subiendo son casi todas escalinatas de piedra, o bien hay que tomar unos colectivos que cobran 14 dólares para llevarte y traerte.
Después de cenar nos vamos directamente al hotel por que nos tenemos que levantar a eso de las cuatro y media de la mañana, por que los colectivos comienzan a subir a partir de las seis.

Pachacútec (quechua: Pachakutiq; "El que cambia el rumbo de la tierra"1 ) fue el noveno gobernante del estado Inca y quien lo convirtió de un simple curacazgo a un gran imperio: el Tahuantinsuyo. Aunque no había sido designado como sucesor por su padre Viracocha Inca, dirigió una defensa militar ante el belicoso ejército Chanca mientras que éste y su hermano Inca Urco habían huido del señorío. La victoria sobre los chancas hizo que Viracocha Inca lo reconociera como su sucesor alrededor de 1438.

Día 9

Viernes 17 de Julio

Machu Picchu (del quechua sureño machu pikchu, "Montaña Vieja") es el nombre contemporáneo que se da a una llaqta (antiguo poblado andino inca) de piedra construida principalmente a mediados del siglo XV en el promontorio rocoso que une las montañas Machu Picchu y Huayna Picchu en la vertiente oriental de los Andes Centrales, al sur del Perú. Su nombre original habría sido Picchu o Picho.
Según documentos de mediados del siglo XVI,2Machu Picchu habría sido una de las residencias de descanso de Pachacútec (primer emperador inca, 1438-1470). Sin embargo, algunas de sus mejores construcciones y el evidente carácter ceremonial de la principal vía de acceso a la llaqta demostrarían que ésta fue usada como santuario religioso.3 Ambos usos, el de palacio y santuario, no habrían sido incompatibles. Algunos expertos parecen haber descartado, en cambio, un supuesto carácter militar.
Machu Picchu es considerada al mismo tiempo una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería.



Cuando Luis nos golpea la puerta de la habitación, a las cuatro y media de la mañana, ya estábamos listos.
Salimos del hotel, caminamos media cuadra y doblamos hacia la derecha, y nos encontramos con una fila inmensa de gente que ya está esperando a los colectivos.
Debemos estar como a 150 metros del lugar desde donde parten los colectivos.
Adelante nuestro hay un grupo de japoneses, con algunos bastantes entrados en años, casi saliendo.
Luis nos da los pasajes los tickets de entrada a la ciudadela ,y unas bolsitas con unos jugos, frutas y galletitas para comer allá arriba, y nos despedimos hasta que bajemos.
Unos quince minutos antes de las seis de la mañana comienzan a llegar los colectivos uno a tras de otro.
Son unos Mercedes nuevitos y no muy grandes (dice un cartelito que tienen capacidad para 29 pasajeros).
A las seis en punto comienzan a salir, y a pesar de que estábamos bastante lejos no demoramos más de diez ó quince minutos en subir a uno.
Como somos los primeros en subir al nuestro, nos ubicamos en la primera fila: no nos queremos perder ningún detalle (¿hace falta decir que el corazoncito lo tengo aceleradito?)
Sale el colectivo y después de cruzar un puente comienza a subir.
Esta aclarando y ya se distingue bien el camino.
El viaje dura no más de veinte minutos, y antes de llegar ya nos empezamos a encontrar con los primeros colectivos que están volviendo a buscar mas gente, por lo que en las curvas que son muy cerradas uno de ellos se tiene que parar en un costado del camino para dejar pasar al otro.
De pronto, y a la vuelta de una de las tantas curvas, la vemos.
Ahí está, imponente, apenas iluminada por la primera claridad del día.
Nos bajamos apurados del colectivo, casi como si tuviéramos miedo de que se nos vaya a ir.
Pero no somos los únicos, casi todos nos amontonamos apresuradamente sobre la boca de las garitas donde nos reciben los tickets de entrada, y luego casi corriendo avanzamos por el sendero que nos lleva hasta la entrada de la ciudadela.
Ahora si, ya estamos en la explanada de entrada y la vemos en toda su dimensión.
Única, incomparable, majestuosa, imponente, maravillosa.
Nos abrazamos con Graciela y casi sin que nos demos cuenta se nos pianta un lagrimón.
Lo logramos, estamos acá, misión cumplida (este es el viaje que siempre soñamos desde que nos casamos, hace ya 26 años).
Apenas pasada las siete de la mañana nos juntamos con nuestro guía al pie del Wayna Pichu (es el cerro que se ve de fondo en todas las postales) y lo primero que vamos a ver es la salida del sol por sobre las montañas.
El resto es para vivirlo en persona, por que cada uno seguro que lo puede vivir de manera distinta cuando visita lugares como estos.
Sobre el medio día tomamos el colectivo de regreso y bajamos al pueblo.
Tengo una sensación de paz y tranquilidad que no se puede describir.
Es muy posible que nunca más volvamos a este lugar, pero será un recuerdo que llevaremos por siempre.
Almorzamos en Aguas Calientes, y comenzamos a desandar el camino.
Primero el tren hasta Hidroeléctrica donde nos espera un auto enviado por la agencia para llevarnos hasta Cusco.
Cerca de las diez de la noche entramos a Cusco, nos despedimos de Luis, luego de agradecerles toda la atención que tuvo con nosotros y nos vamos a dormir, cansados pero felices.
Mañana emprenderemos el regreso a Argentina, previo paso por Puno para conocer el lago Titicaca.

Día 10

Sábado 18 de Julio


El lago Titicaca es el segundo lago más grande de Sudamérica1 y el lago navegable más alto del mundo. Está ubicado entre el Altiplano peruano-boliviano a unos 3.900 msnm. Su profundidad máxima se estima supera los 360 m. Estas medidas aumentan en la época de lluvias.

Nos despertamos a eso de la siete de la mañana y el primer pensamiento es para Facundo que hoy cumple 20 años.
Desayunamos y ponemos en marcha el auto, ya descansó bastante, así que ahora nos tiene que llevar de regreso a casa.
Tomamos la avenida de la cultura y rápidamente dejamos atrás a Cusco, con rumbo a la horrible Juliaca, para desde allí dirigirnos a Puno a orillas del Titicaca.
Sobre el medio día estamos en Puno, y lo primero que nos llamó la atención es la diferencia en las construcciones, son muchas mas nuevas que las que vimos en otros lados en Perú y con un tipo de arquitectura mas parecida a la que estamos acostumbrados a ver en Argentina.
El lago Titicaca está a 3900 metros sobre el nivel del mar, en el límite entre Perú y Bolivia y es inmenso.
Pensábamos quedarnos esa noche en Puno, pero sobre la marcha decidimos seguir viaje.
Después de sacar algunas fotos, tomamos la ruta rumbo a Desaguadero que se encuentra en la otra punta del lago, al que vamos bordeando continuamente.
Entramos a Desaguadero para hablar por teléfono, queremos saludar a nuestro hijo en el día de su cumpleaños.
Buscando una cabina telefónica tomamos por una avenida por la que andaba mucha gente; al principio pensamos que era una feria, pero no, lo que sucede es que aquí está la frontera para pasar a Bolivia, y por eso era el gran movimiento de gente en un pueblo que no es muy grande.
De pronto nos encontramos al final de la calle con un cartel que decía BIENVENIDOS A BOLIVIA.
Desde acá hasta La Paz debe haber menos de 100 kilómetros, pero nosotros vamos para otro lado, así que hablamos por teléfono a Roca y seguimos viaje.
Saliendo desde Desaguadero, rumbo a Moquegua el camino es por el altiplano, a si que si bien es alto, es casi plano y con largas rectas. Esto, sumado a lo escaso del tráfico hace que podamos andar bastante rápido.

Un altiplano es una meseta ínter montana elevada, que se encuentra generalmente localizada entre dos o más cadenas montañosas recientes (del Terciario o Cenozoico), pero cuyo levantamiento no ocurrió al mismo tiempo.
El de Perú y Bolivia es el Altiplano por antonomasia y tiene una altura promedio de más de 4000 msnm. Forma parte de una amplia cuenca endorreica encerrada entre la Cordillera Oriental y la Occidental de los Andes. Es una cuenca intermontana en la Cordillera de los Andes que ha venido siendo rellenada de sedimentos y levantada junto a los Andes. Constituye una gran cuenca endorreica atravesada por el río Desaguadero que es la salida natural del Lago de Titicaca, y que desemboca en el lago Poopó (3685 msnm), y episódicamente en el Salar de Uyuni (3653 msnm)
.

En el camino, cuando nos para una patrulla policial que hacía control de tránsito, levantamos una pareja que nos pide que los acerquemos hasta uno de los pueblos cercanos.
Desde que salimos de Desaguadero siempre estuvimos alrededor de los 4000 metros, pero a mitad de camino la ruta sube hasta casi los 5000 metros.
Comienza a oscurecer y Graciela que manejaba desde de Desaguadero, no quiere manejar más, así que la parte alta y oscura me la deja a mí.
Cuando llegamos al máximo de altura la ruta se convierte en una pendiente con cientos de curvas, que por lo que controlé con el cuenta kilómetros, son como 90 kilómetros de continua bajada hasta la ciudad de Moquegua.
Por supuesto a Moquegua no la podemos evitar, así que una vez más tenemos que entrar a la ciudad.
Moquegua es una ciudad linda, grande y con muchísimo movimiento, y de todas las ciudades de Perú es la mejor señalizada, por lo que no tardamos más de media hora en salir rumbo a Tacna que está a 160 kms.
Acá también a la salida nos paró la policía y nos revisaron el equipaje por que estaban los que hacen el control sanitario para control de plagas en frutas y verduras (están controlando el tema de la mosca de la fruta como el Funbapa en el Alto Valle)
El tránsito entre Moquegua y Tacna es intenso a pesar de ser sábado a la noche, pero la ruta no tiene ni grandes curvas ni grandes subidas, por lo que en un poco más de una hora estaremos llegando a nuestro destino.
Cuando faltan unos 20 kilómetros nos encontramos con una niebla espesa que nos va a acompañar por el resto del camino, y que no deja ver mas allá de los 20 ó 30 metros, por lo que tenemos que andar con mucho cuidado y con las balizas encendidas por que hay mucho transito.
Los últimos kilómetros lo hacemos atrás de una camioneta de la policía que nos acompaña casi hasta el borde de los cerros que están encima de Tacna, la cual se ve iluminada y sin nada de niebla, allá abajo.
A las once y media de la noche entramos a Tacna, conseguimos un hotel en el centro y sin cenar nos vamos a dormir.

Día 11

Domingo 19 de Julio


Temprano nuevamente en la ruta y por suerte los tramites en las aduanas peruanas y chilenas los pudimos hacer bastante rápido (nos habíamos guardado uno de esos formularios que tuvimos que comprar a la ida, y ya lo teníamos completo)
Dejamos atrás a Arica sin entrar en la ciudad y agarramos nuevamente por el desierto rumbo a San Pedro de Atacama.
A unos 20 kilómetros de Arica nos agarraron los carabineros con el radar.
Menos mal que los alcance a ver y que iban unos autos adelante, por que iba como a 150.
Igual el milico me retó por que el radar marcó 126 km. y el máximo es 100 km.
Se ve que le dimos lástima por que nos dejó seguir. Se de otros a los que le sacan el carnet y que hasta que no vas al pueblo mas cercano a pagar la boleta no te lo devuelven.
A las seis de la tarde llegamos a San Pedro de Atacama y nos demoramos en la aduana por que nos tocó un colectivo lleno de peruanos adelante y por que aprovechamos para gastar los últimos pesos chilenos que nos quedaban cargando combustible.
Parece increíble, pero encontrar el surtidor en este pueblito es como la búsqueda del tesoro en ese laberinto que son las estrechas callecitas del pueblo.
Éramos cuatro ó cinco autos tratando de guiarnos unos a otros y preguntando acá y allá.
Cuando salimos de la aduana eran las siete y media de la tarde, ya estaba oscuro y todavía nos quedaban 160 Km. hasta la aduana Argentina.
Nuevamente hay que subir mas allá de los 5000 metros y cuando llegamos arriba había nieve en las banquinas, pero la ruta estaba despejada.
Al comenzar a bajar encontramos hielo por lo que el descenso hasta la aduana lo tuvimos que hacer muy despacio, por momentos a la velocidad que usan los camiones en grandes bajadas.
En todo el trayecto solo cruzamos a un auto chileno que iba en la misma dirección que nosotros.
Demoramos más de lo pensado y llegamos a la aduana recién a las diez y media de la noche.
En Jama hacia un frío terrible con un vientito que te hacia tiritar.
Un gendarme que se ve que era el capito ahí, nos hizo hacer rápido todos los papeles para que pudiéramos seguir viaje lo antes posible (se ve que nos vio la cara de hambre y cansancio)
La verdad es que estábamos muy cansados y con hambre, así que paramos en la estación de servicio del ACA que está a no más de quinientos metros de la aduana a tomar un café y a comer algo.
No habíamos hablado con nuestros hijos desde hacía más de un día y en Jama no hay señal de celular, pero los chicos del ACA, gentilmente nos ofrecieron el teléfono para hacer una llamada rapidita.
Esa noche nos quedamos a dormir ahí mismo, en unas habitaciones muy lindas que tiene el motel del ACA.

Día 12/13

Lunes 20 y martes 21 de julio


Desandamos el camino por la misma ruta por la que fuimos.
El lunes llegamos a Dean Funes a eso de las once de la noche y nos quedamos a dormir ahí, y el martes a las ocho de la noche estábamos en la puerta de nuestra casa en General Roca.
El cuenta kilómetros del auto marca 33625, por lo que en total recorrimos 8872 kilómetros.





Graciela Barsantti / Carlos Ruiz

3 comentarios:

  1. Que buen viaje che, te felicito por el relato,me sacaste varias dudas,que bueno no sabia que se podia pasar la noche en Jama pero es mas frio que Susques ,vere como hago.saludos Manuel Tucuman

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  2. Ahh que bueno hay >ACA en Jama,Excelenteeeee esto no lo sabiaaaaa,Manuel de Tucuman,estaria bueno me dijeras si hay mucha diferencia de precios en combustible y alojamiento entre Jama y Susques es quie soy mediomiserable vistes Je je <<<<<<<<<<<<<<<<<<Saludos Manuel (Tuc.)

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  3. Manuel, los precios de combustibles con casi iguales tanto en Susques como en Jama, ahora no me acuerdo muy bien, pero creo que estaban unos centavos menos en Jama, por que alli la estacion de servicios es del ACA, y en Susques esta en unos de los hoteles que esta afuera del pueblo.En cuanto al precio de las habitaciones pagué lo mismo en los dos slados:saludos

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